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“La vida sigue”. Mis recuerdos de la postguerra en Bosnia y Croacia

Hace unos días Informe Semanal emitía una pieza sobre los 20 años desde la llegada del Ejército español a Bosnia, y uno de los militares entrevistados dijo que lo que más le sorprendió es que, a pesar de la muerte, destrucción y sufrimiento, durante la guerra “la vida sigue”. Los niños van a la escuela, los mayores al supermercado, los jóvenes se divierten…

Yo estuve en la antigua Yugoslavia (Bosnia en 1996, Croacia en 1997), y eso fue lo que más me sorprendió. La vida sigue.

Estuve en Mostar en 1996 como Observador Internacional y Supervisor Electoral de Naciones Unidas, apoyando y supervisando las primeras elecciones democráticas en Bosnia y Hercegovina tras la guerra, durante un mes. Mostar era una ciudad aún en guerra, dividida entre la zona bosnia y la zona croata, edificios destruidos, intercambio de disparos y cañonazos todas las noches, y en la que la calle divisoria estaba siempre desierta, por el riesgo de los francotiradores.

(Plaza de España en Mostar)

La frase del militar “la vida sigue” me trajo muchos recuerdos, y el primero es el de mi llegada a Mostar: al llegar a la ciudad por la noche tras dos días de viaje, vi normalidad en medio de la destrucción. Y fue un contraste tan grande que es uno de mis primeros recuerdos de la experiencia. Abajo escribo, de manera desordenada, algunos recuerdos.

El viaje hasta Mostar fue increible. De Viena fuimos en avión a Sarajevo, e hicimos noche en domicilios particulares, no en hoteles. Llegamos de noche y todo estaba oscuro, pero recuerdo que al día siguiente cuando me desperté y se veía la ciudad, Sarajevo me pareció muy similar a Bilbao. Un botxo, un valle, la ciudad estaba en un valle rodeada de colinas, esto es muy importante para después poder entender el problema de los francotiradores, que yo antes de ir no lo entendía. Otro recuerdo es que en la casa no había agua corriente, sino palanganas y ahí te arreglabas. Otro recuerdo es cómo los edificios estaban agujereados por balazos. No recuerdo ver muchos cañonazos, pero sí muchos pequeños agujeros resultado de ráfagas de metralleta.

Gabo en la casa donde hicimos noche en Sarajevo

De la casa en Sarajevo fuimos pronto al aeropuerto, y allí nos tuvieron esperando todo el día. Naciones Unidas estaba tratando de concretar cómo nos iban a trasladar hasta nuestros destinos. Se hablaba de helicópteros, de aviones regulares, e incluso de Hércules. No sé si eso eran invenciones nuestras o tenía alguna base, pero eso es lo que hablábamos. En el aeropuerto, desvencijado, además de militares, había dos grupos de personas: observadores y periodistas de guerra. Me dió la sensación de que los periodistas de guerra estaban de vuelta de todo (dicho en positivo), que habían visto demasiado.

Panorámica de Mostar, una ciudad preciosa, por cierto

Creo que llegamos al aeropuerto de Sarajevo sobre las 10AM, no sé pero muy pronto, y no fue hasta las 18h cuando se concretó cómo nos desplazaríamos a Mostar. Decisión final: nos llevarían de Sarajevo a Mostar en un helicóptero del ejército alemán. Recuerdo que nos dijeron que nos teníamos que dar prisa, porque el toque de queda en Mostar comenzaba a las 630PM, y se tardaba al menos 45 minutos en llegar. Desde luego, no se puede decir que quisiesen tranquilizarnos, a mí las matemáticas me decían que íbamos a sobrevolar Mostar en pleno toque de queda. No tenía ni idea de qué significaba esto, pero no me gustaba mucho.

En el helicóptero del ejército alemán, sí, ese de gafas soy yo

El vuelo en helicóptero fue toda una experiencia. Volábamos relativamente cerca del suelo, cerca de unas montañas, creo que son los alpes dináricos, un área calcárea que me recordaba a una zona montañosa del País Vasco donde yo he metido muchas horas (la zona del Anboto, las peñas de Itxina, etc). En el helicóptero estaríamos unos 10 observadores, y varios militares, algunos de ellos mirando por la ventanilla. Recuerdo tb que cuando aterrizamos, entre el helicóptero y el angar que hacía de aeropuerto había dos filas paralelas de militares que nos gritaban “come on, come on, come on” para que entrásemos rápido en el angar. Viendo ahora las fotos, veo que el militar no estaba muy protegido, pero desde luego yo lo viví con una mezcla de respeto y aventura

Y aquí viene lo de “la vida sigue”. Recuerdo cómo me llevaron en un minibus desde el aeropuerto hasta el centro de Mostar, era de noche, pero se veían todos los edificios totalmente en ruinas. Y en uno de estos edificios, en medio de la oscuridad, es donde vi el contraste, donde me di cuenta de la realidad de que “la vida sigue”. Había un área con varios coches, luces, música, y unos 50 jóvenes, bebiendo, hablando. En medio de la destrucción. La vida sigue. Es uno de los recuerdos más claros que tengo de Mostar.

El minbus nos dejó en un bar, donde teníamos que esperar a que viniese otra persona y nos llevase a nuestro apartamente. Nos sentamos en una mesa del bar, y allí nos quedamos sin mover un dedo, con bastante miedo. Miedo por desconocimiento, porque en el bar había gente, no pasaba nada y difícilmente podía pasar.

Primer día en Mostar. Recuerdo que el primer día en Mostar lo pasamos en un curso sobre minas antipersona, en el que nos contaron bastante rollos para que la conclusión final fuese que tratásemos de pisar en asfalto, o en sitios donde fuese obvio que habían pisado otros antes. Tranquilizador.

panorámica de Mostar

La plaza de España. La primera vez que saludé a un guardia civil fue en Mostar. Sí. Estaba yendo a la zona bosniaca (estaba alojado en la zona croata) y pasando por la línea divisoria llegué a la Plaza de España (en honor al apoyo español) y flipé cuando vi, allí a lo lejos, un todoterreno de la guardia civil. Me acerqué a saludar…

Los parques son cementerios. Otro de los recuerdos son los parques. Tengo la sensación de que todos los espacios no asfaltados se habían convertido en cementerios. Muy fuerte.

Antiguo parque en pleno centro de Mostar
El campo de fútbol como cementerio, en Sarajevo

El conductor croata y la traductora bosnia. A cada pareja de observadores nos asiganaban un conductor y un traductor. En el caso del conductor, por su edad, unos 30 años, estaba claro que había combatido en la guerra, y además era bastante agresivo y directo. Un tío majo, pero muy agresivo, lo que daba alas a nuestra imaginación. La traductora era lo contrario, una chica bastante frágil, y el condcutor decía que era bosniaca, lo que no le hacía mucha gracia. Nosotros dejamos claro al conductor que no podía hacer ni decirle nada a la chica, pero la situación era tensa.

¿Qué hacíamos en Mostar? A cada pareja de observadores se nos asignaban varios colegios electorales, y teníamos que formar a la mesa electoral sobre las reglas y el procedimiento a seguir. Eso incluía chequear que el colegio estuviese en buenas condiciones, que tuviese todo lo necesario (cajas, papeletas…), teníamos que hablar con el presidente y con los otros miembros del colegio. Teníamos que estar presente durante la votación para evitar trampas escandalosas, cosa imposible en la práctica porque teníamos más de un colegio asignado. Y teníamos que escuchar a los representantes de los partidos para que nos dijesen si estaba habiendo alguna irregularidad. Aquí había un problema, y es que la lucha era entre partidos croatas y bosniacos, pero los colegios estaban en una zona u otra, y un representante de un partido bosniaco no podía arriesgarse a pasar el día en un colegio de la otra zona (y viceversa)… era difícil incluso acercarse al colegio.

También teníamos que estar en un recuento de papeletas, ahí sí había una persona por colegio, y a controlar.

El padre de familia. Me tocó controlar el recuento de un colegio electoral bastante grande en la zona croata, y durante el recuento estuvo un representante bosniaco. Recuerdo que me vino pidiendo protección porque le estaban amenazando. No es que yo pudiése proteger a nadie, pero sí podíamos reportar este tipo de cosas, y claramente los políticos no querían que hubiese incidentes, por lo que controlaban a su gente.

Bueno, pues un par de días después me encontré con este representante bosniaco, parece que estaba bastante agradecido porque le hubiese ayudado, y me contó su historia. Brevemente porque me estoy enrollando mucho, me dijo que, antes de la guerra, él no era muy consciente de si era bosniaco o croata, pero que un día estalló la guerra y después mataron a su mujer y a su hija, y le metieron en una guerra que para él no tenía sentido, y tuvo que ponerse a luchar para protegerse. Ni razas ni ideologías. Sin mujer e hija, y en guerra.

Parece que los serbios comenzaron atacando Mostar, donde vivían bosnios y croatas. Atacaban desde las montañas. Cuando los serbios se retiraron, fue cuando los bosnios y croatas empezaron entre ellos. Recuerdo que la prensa occidental decía que los bosnios eran musulmanes, y yo desde luego no vi eso. Había musulmanes y no musulmanes. La verdad es que era un lío, un sinsentido.

Tanques en los colegios electorales. Recuerdo que desde un par de semanas antes del día D, había un par de tanques por colegio electoral.

El militar español. España tenía una base en Mostar: Recuerdo que había un tío majísimo con el que solía estar, majísimo pero con todo tremendamente desorganizado. Qué buen tío!

Las elecciones en Knin. Lo de arriba es en el 96. En el 97 estuve un mes en las elecciones de Croacia, en una zona que se llamaba la república de Knin, si recuerdo bien era una zona donde vivían unos 15k serbios, un enclave serbio dentro de bosnia. Cuando llegué en coche a Knin, se veía todo la zona absolutamente arrasada, y creo recordar que me dijeron que quedaban unos 2k serbios. Hubo masacre en todas partes.

En Knin la experiencia fue diferente. Estaba solo y con un colegio electoral a mi cargo, en vez de varios. Una sala muuuy pequeña. Y había un problema gordo: las listas electorales no incluían el nombre de muchísima gente que se acercaba a votar, y la presidenta del colegio no quería colaborar, quería que todo el mundo pudiese votar. Y eso era un problema, porque era gente muy normal y probablemente sin ninguna malicia, no sé si alguien por encima suyo les traía o no con ánimo de manipular, pero lo cierto es que no podían votar. Fueron horas muy tensas. y recuerdo que la amenaza que mejor funcionó era que yo no estaba allí para hacer cumplir la ley, sino para reportar si se cumplía o no. Dejé claro que la responsabilidad estaba en manos de la presidenta del colegio, y que ella vería si quería que los resultados fuesen invalidados.

Sin email. Recuerdo también que al final del periodo de Mostar, nos fuimos (sin avisar a nuestros superiores, porque nos lo tenían prohibido), nos fuimos en coche a Dubrovnic, a conocer la costa. Como conducía nuestro chófer, y había sido combatiente en la guerra, pasar la frontera a Croacia no era problema, eran del mismo bando. En la realidad eran dos países diferentes con situaciones diplomáticas complicadas, pero en la práctica la zona croata de Bosnia y Croacia estaban unidos. La frontera real estaba dentro de Croacia entre la zona croata y al bosniaca.

Bueno, pues iríamos una 10 personas de varios países, y recuerdo que cuando nos despedimos, nos dimos todos nuestras direcciones. Nadie puso dirección de email, eran todo direcciones postales.

Sarajevo. Otro de mis recuerdos es Sarajevo. Estuve dos o tres días, y allí entendí el tema de los francotiradores. Piensa que Sarajevo está rodeado de colinas, los francotiradores serbios se apostaban ahí escondidos y desde allí disparaban con total tranquilidad a la población civil, hombres, muejres y niños que tenían que salir de casa a por comida, a por agua… Terrible.

Biblioteca Nacional de Sarajevo

Fui a Mostar con 25 años, y sí, fue toda una experiencia, una aventura. Fui con mi amigo Gabo, del que me sigo ocupando a día de hoy:)